¿LA REVOLUCIÓN?
Veo mucho revuelo últimamente en redes acerca de este invento de los (“regularmente llamados”) succionadores de clítoris.
Las mujeres los conocemos hace tiempo, y los hombres se han visto perplejos y (tal vez atacados?) por semejante invento, en un pensamiento, machacante por lo que veo, de sentirse sustituidos e innecesarios en nuestro placer.
Comúnmente denominados “succionadores”, los satisfyer llegaron para, positivamente, centrarse en la necesidad primaria, en este caso de la mujer, de obtener placer. Llegaron para quedarse. Y se quedaron muy fuerte.
En algún que otro post ya expliqué que la mayoría de mujeres alcanzan el orgasmo con más rapidez gracias a la estimulación del clítoris, dado que hay más terminaciones nerviosas que en cualquier otra zona del cuerpo humano. Esto significa que necesitan estimulación manual y/u oral para conseguir el máximo de placer. No todo está en la penetración! Y, sabiendo esto, qué mejor que dedicar la industria erótica a fabricar productos destinados a este punto femenino en concreto, habida cuenta que la mayoría de los compradores son mujeres.
El satisfyer cuenta con varios niveles de intensidad y tiene un funcionamiento de lo más sencillo. Solo debe acercarse al clítoris, donde, según los ajustes seleccionados, proporciona una sensación de vacío y palpitaciones gracias a un sistema de ondas expansivas y pulsaciones de aire. Las ondas sónicas estimulan no solo la parte del clítoris que queda a la vista, sino todo el cuerpo interno del órgano (que representa un 75% del total del mismo y que es imposible estimular de otra forma).
¿El resultado? Un flujo sanguíneo que aumenta rápidamente en la zona y que provoca orgasmos super intensos e incluso múltiples. Las mujeres que han probado este juguete aseguran que nunca han sentido nada igual de placentero y que han logrado llegar al orgasmo en cuestión de minutos (algunas hasta segundos).
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Este tema entre los hombres, como digo, está haciendo un poco de “pupa” creo más bien para su ego.
En ellos se ha creado una cuestión de “sentirse prescindibles” que no gusta. Pero ¿por qué no intentamos ponernos un poco objetivos y pensar que simplemente es una forma de masturbación femenina más, que sirve de complemento (y no sustitutivo) en nuestras relaciones de pareja habituales? ¿Porqué no pensamos que la masturbación en el hombre siempre ha estado vista como normal, y porqué no empezamos a mirar que en la mujer pasa exactamente igual? Tenemos que deshacernos de clichés y admitir que, básicamente, todo el mundo buscamos placer. Placer.
El hecho de tener un “aparato” que rápidamente nos consiga ese placer, seguimos repitiendo, que no es sustitutivo de una relación física con nuestra pareja sexual. Y, por tanto lógicamente, puede servir de alternativa y complemento.
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Realmente, es un debate interesante el que se nos presenta. Tú, como mujer o como hombre, ¿qué opinas? Nos encantaría saber las distintas opiniones y contradicciones que hay creadas alrededor de este interesante aparatito.
Bka El cajón de la Mesilla
