El masaje erótico…
Por: Ana Isabel Guijarro “Ana y el Sexo”
Es bien conocido que el masaje es una de las herramientas más
eficaces y naturales para el cuidado terapéutico de nuestro
cuerpo. Además de ser, uno de esos placeres con los que
solemos soñar más a menudo.
A través del masaje, tratamos dolores, contracturas, lesiones e
incluso problemas psicológicos, ya que es más que conocido
su efecto relajante profundo, y su incidencia en nuestra mente
y su estado emocional. Siempre que para tratar estas
patologías nos pongamos en manos de un buen profesional
cualificado.
Pero yo quiero introduciros en el mundo del placer a través del
masaje. El ser masajeado porque sí, por puro gusto.
Tocar a los demás, es una de las formas de comunicación que
nos conectan profundamente con el otro. Pero, y aquí reside la
magia del masaje, cualquiera puede hacerlo, todos tenemos
capacidad para “masajear” a las personas a las que queremos.
Y si además, queremos traspasar el umbral hacia el placer
sexual a través del masaje, entramos en un mundo infinito de
placeres y sensaciones extraordinariamente sugerentes.
Sin embargo, no todo vale en el masaje, si lo que queremos es
excitar a nuestra pareja. El truco está en sugestionar de tal
modo al otro, que su mente entre en un estado de deseo
irrefrenable, que ansíe nuestras manos en los lugares más
íntimos de su cuerpo, porque es ahí, en esos lugares, donde un
buen masajista erótico no toca jamás, hasta el final. Hay que
hacerse rogar, volver loco de deseo al otro, despertar
lentamente cada centímetro de piel, cada rincón, cada pliegue,
cada hueco de los pies a la cabeza, sin que ningún movimiento
sea explícitamente sexual, pero contenga toda la sexualidad de
la que seamos capaces.
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Manos, pies y cabeza, son tres lugares imprescindibles que no
dejaremos pasar si queremos realizar un masaje erótico
perfecto. Las tres son zonas reflejas muy importantes de
nuestro cuerpo, contienen los mapas orgánicos, viscerales y
energéticos de todo él al completo, y tocarlos, acariciarlos
sabiendo dónde lo hacemos, hará que toda la piel reaccione a
la vez, y los pensamientos se concentren en las manos que lo
tocan. Cada uno de ellos está recorrido por decenas de
terminaciones nerviosas, que al estar a flor de piel, por lo fina y
sensible que es en éstos lugares, hacen que las sensaciones
táctiles se magnifiquen, se multipliquen por mil, siendo una
ofrenda maravillosa que el cuerpo entrega al masajista para
que lo use a su antojo, sin escatimar movimientos, con ansia,
con verdadera gula, vorazmente.
La imaginación y la creatividad del masajista son también
elementos fundamentales para hacer de este momento algo
único y exclusivo. Plumas, aceites de masaje, velas calientes,
ungüentos perfumados, lazos de seda, abanicos de encaje,
cubitos de hielo….. Todo aquello susceptible de provocar
reacciones placenteras en la piel, puede ser usado en un
masaje. Todo vale, siempre que el objetivo último y principal
sea dar a nuestro masajeado placer, placer, placer, placer…
