MASTURBARSE Y VIVIR!!
Por Ana Isabel Guijarro “Ana y el Sexo”
Asistimos últimamente, dentro de estos tiempos de revolución femenina, cual espectadores de un reality, al ensalzamiento y reivindicación de la Masturbación Femenina. Como si de repente hubiéramos descubierto la penicilina que todo lo cura, o la vacuna contra aquella “histeria femenina” que decían los psiquiátras (hombres) de finales del siglo XIX cuya solución era aplicar placer a mano o a máquina (con los mal llamados consoladores).
Y es que, hablar en femenino de cualquier práctica humana, inherente a nuestra naturaleza, es descubrir el Potosí, y mucho más si se refiere al sexo. Aún así, y sin que sirva de precedente, por una vez, me uno conscientemente a esta reivindicación mujeril, se me ocurre con el Hastag: #YOTAMBIENMEMASTURBO
Y no porque esté de moda, o me haya dado por ahí, sino porque llevo masturbándome desde los 13 años, y a mis recién cumplidos 48, puedo por experiencia decir que la masturbación debe ser una práctica tan habitual en nuestro día a día como lavarse los dientes o ponerse protector solar. Tanto para los hombres, que como siempre y desde siempre se masturban sin complejos ni culpabilidades, como para las mujeres; a las que se nos ha educado, también desde siempre, para no amar nuestro cuerpo y nuestra sexualidad. Puesto que se nos considera seres angelicales sin sexo, ni deseo, ni mente, ni cuerpo, ni ná.
Pues señoras y señores, las mujeres nos masturbamos también, gracias a Dios, y cada vez más y cada vez con menos complejos, culpabilidades ni arrepentimientos, porque es muy sano para nuestro cuerpo y sobre todo para nuestra mente. Y no caballeros, no, no se confundan, no nos masturbamos para sustituirlos a ustedes, sino para conocer y amar nuestro cuerpo tanto como ustedes aman el suyo. Y lo hacemos cada vez más en pareja, frente al otro u otra, y también frente a un espejo, para vernos bien, y usamos juguetes sexuales, cada vez más sofisticados y eficaces, y nos reunimos en grupo para hacer tuppersex divertidos y lúdicos, no porque estemos salidas o desesperadas, sino para aprender a hablar sin vergüenza ni tapujos entre nosotras de nuestros cuerpos, nuestras necesidades y nuestra sexualidad.
Y señoras, qué pena cuando en corrillos algunas afirman “yo no necesito eso” refiriéndose a practicar la masturbación o a adquirir un juguete sexual para tal fin. Porque la que afirma con tanto orgullo y la cabeza tan alta
que se le va a descoyuntar el cuello, que “ella no necesita eso”, como si fuera algo pecaminoso o asqueroso, se está negando a sí misma, y por ende, a las demás mujeres que la escuchan, el derecho a amarse, a quererse y comprenderse, a conocerse en libertad. Y mucho peor aún, cuando estas afirmaciones tienen el objeto de “no dejar mal al marido o la pareja” no vaya alguien a pensar que no rinde en la cama, por Dios por Dios.
¿Sabes, mujer, que la segunda fantasía más proyectada por los hombres, tras el trío con dos mujeres, es ver a su pareja masturbarse delante de él? Y a este respecto, me refiero sólo a las parejas heterosexuales, porque en las parejas homosexuales esto casi no se da, reflexionemos por qué.
Así que vamos a dejarnos de sandeces y prejuicios sociales (como siempre en femenino) y empecemos a ejercer esa libertad a la que tenemos derecho, decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad. Y hablemos de ello sin tapujos e hipocresías. El Ser Humano, hombre y mujer, nacen sexuales fisiológica, genética y mentalmente; es nuestra naturaleza y nuestra condición. No nos neguemos a nosotras mismas.
Y si quieres masturbarte hazlo, y si no quieres, no lo hagas. Así de simple, así de libre, así de Ser.