El nombre «feromona» es un término que proviene de la unión de las palabras griegas ‹pheran› y ‹horman› que significan «portadoras de excitación». Su definición básica es que las feromonas son unas sustancias químicas que generan los seres vivos, con el fin de provocar comportamientos específicos en otros individuos de su misma especie. Son un medio de transmisión de señales volátiles producidas en forma líquida, que luego se dispersan por el ambiente. Por ejemplo, cada vez que sudamos, excretamos pequeñísimas cantidades de feromonas que nos hacen más atractivos al receptor.
Como resultado del desarrollo y de muchos factores relacionados con el estilo de vida modernos, las personas no segregamos feromonas de forma natural en las cantidades óptimas. Sólo lo hacemos cuándo sudamos a través de las glándulas sudoríparas. Por descontado es que con el cuerpo sudoroso es muy desaconsejable tener encuentros amorosos, y por ejemplo, antes de una reunión social o cita lo común es ducharse y perfumarse bien. Y como colofón, al aplicar desodorantes, cerramos u obstruimos las vías más importantes del sudor y de la excreción de feromonas masculinas y femeninas, que son los poros de las axilas. Por lo tanto, perdemos atractivo. También, en las mujeres hay una merma importante de la secreción de feromonas naturales debido al uso de anticonceptivos hormonales.
La cantidad de feromonas masculinas y femeninas que se producen en por el cuerpo es diferente en cada persona. Eso puede explicar por qué hay quienes sin ser demasiado agraciados/as, tienen una especie de imán o atractivo especial. Es el famoso sex-appeal. Esto en comparación con otros individuos mucho más agraciados, pero sin un éxito notorio. La cantidad que se excreta de feromonas masculinas y femeninas es pequeña y actúan sólo en un corto espacio de tiempo. Ese es el motivo por el que se puede poner en valor un «aporte extra de feromonas de bote»; las cuales van a estar presentes fortaleciendo a las naturales durante horas. .
