ACÉPTALO, NO SABES MASTURBARTE Por Ana Isabel Guijarro “Ana y el Sexo”
Que levante la mano quién se haya masturbado alguna vez, o al menos, lo
haya intentado!!
Y ahora, que levante la mano quién después de masturbarse haya pensado,
“éste placer es nivel Dios”!!
Bien, a la primera cuestión habremos levantado la mano un tanto por ciento
muy elevado de las personas que estamos leyendo este artículo. Pero, a la
segunda cuestión, ya no tantos, verdad??
Qué pasa con la masturbación? Es el tema de moda ahora y antes, porque de
esto hemos hablado toda la vida de alguna u otra forma, antes con muchos
tapujos, a escondidas, en secreto, de tapadillo, con risillas mojigatas e incluso
perversamente. Ahora, en general, de forma más natural, menos escondido y
más alegremente, pero a fin de cuentas, seguimos hablando de masturbación.
Y aun cuando esto es así, ni antes ni ahora, conseguimos dar en el clavo. Con
nosotros mismos, en pareja, frente al espejo, en público, en privado, con
juguetes sexuales o sin ellos, no logramos sacarle ese “nivel Dios” a la
cuestión. Y cada vez son más los frustrados que te dicen “no es para tanto”.
Y yo me pregunto ante tanta frustración, dónde está el error?
Bien. Aceptemos el hecho de que, no sabemos masturbarnos. Ah, pero, es
que masturbarse no es tocarse a uno mismo las zonas erógenas hasta llegar
al orgasmo? No exactamente, y éste es el primer error.
Entonces?
La masturbación, al igual que cualquier práctica sexual, requiere de un
ingrediente indispensable, la escucha activa de nuestro cuerpo. Y esto no es
otra cosa que tener conciencia plena del mismo y concentración absoluta en
el momento. Porque masturbarse no es, como se piensa, una acción menor
dentro del sexo, si no, a mi entender, la acción sexual más importante y
relevante del sexo en general, y de nuestra sexualidad muy en particular.
Si no conoces plenamente tu cuerpo, jamás podrás disfrutar de él, ni a solas,
ni acompañado. Por eso, una buena práctica de la masturbación es
fundamental. Ya que la intimidad y la soledad de la masturbación, tiene esa
precisa ventaja, el “conmigo mismo”, y ese es el espacio a explorar y del que
aprender.
YO, MI, ME Y CONMIGO, con amor, con tiempo, escuchándonos,
sintiéndonos, y sobre todo A P R E N D I É N D O N O S.
Hay que empezar observándonos desnudos en el espejo, cada rincón de
nuestro cuerpo, para saber localizar nuestros puntos de placer. Darnos cuenta
de que lo que a mi vecina o mi amigo les funciona, no tiene por qué
funcionarme a mí. Cada cuerpo, cada mente, es un “mundo a parte” en sí
mismo, especial, distinto y único. Y esto no sólo sirve para los que empiezan
con sus primeras masturbaciones, los que ya llevamos casi una vida
haciéndolo, de vez en cuando, debemos reciclarnos, porque así como nuestro
cuerpo cambia con el tiempo, también lo hace nuestra mente, y hay que reconocerse, volverse a encontrar y seguir experimentando.
Antes de darnos por vencidos, aceptemos el hecho de que somos particulares
ya que cuerpo y mente son uno, y más en el sexo. Unir con acierto estas dos
partes indivisibles de nosotros, requiere práctica y conocimiento, y la única
forma de disfrutar plenamente de nuestra sexualidad es aprender a
masturbarnos efectivamente, darnos ese placer “nivel Dios” que tanto
ansiamos, para después poder compartirlo con nuestra pareja, añadirle
juguetes sexuales o disfrutarlo en grupo.
El objeto de la masturbación no es el orgasmo porque sí. Eso es quedarse
muy a medias. El objeto de la masturbación tiene que ser el conocimiento
pleno y absoluto del placer que cada uno es capaz de alcanzar, sin ponerle
metas ni límites.
Mírate, estúdiate detenidamente, tócate conscientemente, experimenta,
acepta tu cuerpo, acepta tu mente y date tiempo. Aprenderse a uno mismo es
una tarea fascinante que puede llevarnos toda una vida. Disfruta ese camino,
merece mucho la pena.
Por Ana Isabel Guijarro “Ana y el Sexo”
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